Como consecuencia de la puesta en práctica de Ley Nacional De Educación
y de la Ley De Educación Técnico Profesional, el gobierno nacional pretende, a
través del Consejo Federal De Educación presidido por el ministro Sileoni, una
homologación de títulos a nivel nacional en distintos niveles educativos, tales
como las escuelas técnicas y los institutos de formación docente
(profesorados). Bajo esa cobertura, el gobierno de Macri intenta implementar su
reforma en la Ciudad de Buenos Aires, a través de la Resolución 1281/11.
Las reformas que se intentan imponer a los planes de estudio afectan de
manera diferente a escuelas técnicas, artísticas y profesorados, pero el rasgo
común, además de la imposición inconsulta, es que se atenta gravemente contra
la formación de los estudiantes en los campos específicos de cada carrera. El
supuesto beneficio de las reformas es la unificación, a nivel nacional, de
todas las carreras y sus títulos, lo que permitiría tanto a estudiantes como a
docentes la migración, no sólo de una institución a otra, sino también de una
jurisdicción a otra, sin el riesgo de que sus estudios previos no sean
reconocidos.
Las reformas son el requisito que impone la ley para que los títulos
tengan validez nacional. Sin embargo, la homologación nacional tiene implícita
la reforma de los contenidos, cosa que tanto el gobierno nacional como el de la
Ciudad intentan esconder. Una vez más, más allá de los “relatos”, ambos
gobiernos coinciden en materia de educación: en este caso, apuntándole
especialmente a la formación técnica, que en algún momento de nuestra historia
fue parte importante del fortalecimiento de la industria nacional, y hoy -después
de la Ley Federal De Educación y con la nueva Ley Nacional de los Kirchner, que
no ha cambiado nada esencial de la ley menemista- es el correlato educativo de
una economía dependiente.
Por un lado, las escuelas artísticas sufrirían un vaciamiento
destructivo que se suma al que ya vinieron sufriendo cuando les quitaron la
formación pedagógica, ya que la Ley Nacional no permite otorgar títulos
docentes a instituciones de nivel medio. Ya no habrá más maestros de música y
plástica, sino que aquél que quiera ejercer la docencia deberá, sí o sí, cursar
5 años en un terciario. Así se le ha quitado una importante salida laboral a
los estudiantes, además de una importante masa de docentes para nuestros niños
de las escuelas primarias.
Por otro lado, las reformas exigidas a los institutos de formación
docente (profesorados) unifican el 80% de las materias y sus contenidos,
igualando las carreras y los institutos, quitándoles especificidad, y dejando
abierta la posibilidad de la fusión de institutos y carreras (teniendo en
cuenta el cierre de grados que llevó adelante este año el gobierno macrista).
De llevarse a cabo la reforma, tanto los profesorados de matemática, los de
música (conservatorios), o los de educación física, tendrían una gran cantidad
de materias iguales, pretendiendo así que los futuros docentes manejen algunas
generalidades de la enseñanza, algunas “reglas” que puedan ser aplicadas a uno
u otro campo de conocimiento, como si cada especialidad no tuviera sus particularidades,
sus propias leyes.
En el caso de las escuelas técnicas, se pretende que los estudiantes
sólo sepan algunas generalidades, posibles de ser adaptadas a las cambiantes
exigencias de una industria dominada por los monopolios imperialistas. Se
proponen prácticas “profesionalizantes”: 200 hs. de pasantías obligatorias al
final de la secundaria, que terminarán siendo mano de obra gratuita para las
grandes empresas y que podrán ser utilizadas en actividades que nada tienen que
ver con lo estudiado, como ha sucedido en universidades donde se implementaron
sistemas de pasantías similares.
En cuanto a lo específico de la formación, por ejemplo, en la
especialidad de mecánica se quitan materias fundamentales, se reducen horas de
máquinas, se modifican correlatividades y, en algunos casos, se mantienen los
contenidos de las materias, pero se les reduce la carga horaria. También se
busca eliminar el turno noche, limitando la posibilidad de estudio a muchos
estudiantes que necesitan ese turno porque trabajan.
En resumen, no habrá ya maestros de arte, sino bachilleres con
orientaciones; no habría técnicos que dominen conocimientos necesarios para
producir, sino estudiantes con saberes generales preparados para ser explotados
en determinados monopolios; y para ser profesor se deberán seguir carreras
superiores muy largas donde dominarán los mismos conocimientos generales por sobre
los específicos.
La lucha que vienen llevando los estudiantes es extraordinaria, pero
necesita de todo nuestro apoyo para que triunfe. Es fundamental para nosotros y
para el país, que los estudiantes luchen por los contenidos.
Creemos que es necesario discutir los planes de estudios. Creemos que
agregando materias de conocimiento general y quitándole relevancia al
conocimiento específico, que es la base de la educación técnica, se destruye la
formación en ciencia y tecnología. Creemos que la escuela técnica tiene
históricamente a favor, una intensa relación entre la teoría y la práctica,
cuestión fundamental para desarrollar el conocimiento en forma integral.
Esta reforma parcializa el saber para ponerlo al servicio de intereses
ajenos a los estudiantes. Y en un país dependiente como el nuestro, donde las
ramas más importantes de la producción están controladas por un puñado de monopolios
extranjeros, esta reforma les abre la puerta para que aprovechen la formación
de mano de obra barata y no especializada.
Queremos una escuela técnica y que sirva para industrializar
verdaderamente el país; que forme a los estudiantes de manera integral,
jerarquizando el conocimiento científico y técnico, integrando la teoría y la
práctica, para que puedan vincularse con la producción de otra manera,
desarrollando una industria independiente, que pueda fabricar las herramientas,
máquinas o equipos que hoy se importan. Queremos una industria pensada en
función de las necesidades de nuestro pueblo y no de las empresas
imperialistas.
¡Suspensión de la
reforma en la Ciudad!
¡No a la homologación
de los titulos!
¡No a la unificación de
los contenidos de los profesorados!
¡Que los planes de
estudio se debatan democráticamente!
¡No a las horas de
estudio generales desplazando horas técnico específicas!
¡No a la precarización
laboral de los estudiantes
con las 200 hs. de
Prácticas Profesionalizantes!